“Renunciamos al presente pensando en el mañana. Es absurdo. ¿Cuántas cosas hemos renunciado por causa del futuro, calculando que en este hipotético porvenir la cosas irán mal?
Uno se dice: “Puesto que voy a perderlo todo mañana, ¡Qué más da renunciar a ello ahora mismo! ¿Y para qué vivir bien si he de morir mañana?… ¿Pero qué sabemos nosotros del futuro? ¿Qué conocemos de esos maravillosos segundos que viviremos y que seremos muy felices de vivir en el momento que lleguen?»
La vida, éxitos y excesos de Wolfang Amadeus Mozart (Tom Hulce) vistos a través de los ojos del compositor Antonio Salieri. Su envidia enfermiza hacia el talento del músico austríaco lo llevan a culparse de su asesinato.
Amadeus cuenta la historia de una envidia abrumadora. Antonio Salieri (F. Murray Abraham) se encomendó a Dios para dedicarse en cuerpo y alma a la música, para ser el “elegido”, el preferido de la corte, marcar una época y ser recordado. Dentro de su limitado talento, todo va saliendo relativamente bien hasta que aparece un crío malcriado, volátil, hedonista e irresponsable pero capaz de crear las obras más sublimes sin demasiado esfuerzo (aparente), un portento de la música. Todo lo que un compositor podría desear. Todo lo que Salieri desea.
A partir de ahí, la vida del músico italiano da un vuelco, se obsesiona, poco a poco se transforma y pone su energía en destruir al «Amado de Dios».
Definiciones
Entendamos un poco esta denostada e incómoda emoción y comencemos por sus definiciones. Según la Rae:
Envidia: 1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno. 2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.
Envidiar: 1. tr. Tener envidia de alguien o de algo, dolerse del bien ajeno. 2. tr. Desear o apetecer algo que tienen otros.
Yo y sólo yo puede ser el favorito del emperador.
Otra definición (Word reference) se refiere a ella como: “Sentimiento de tristeza o enojo que experimenta la persona que no tiene o desearía tener para sí sola algo que otra posee.”
Como decía más arriba, la envidia está entre las emociones más desprestigiadas y mal vistas, pero también puede ser una fuente de aprendizaje y transformación. Continuar leyendo «Envidia, ni tenerla ni temerla.»
Judas es un idealista, un luchador, un tipo comprometido con su tiempo y con su pueblo. Ha puesto todas sus esperanzas, todas sus expectativas, en su amigo y maestro, Jesús de Nazaret. Pero éste no ha cumplido. La pregunta es ¿Qué le prometió Jesús a Judas y qué fue lo que el discípulo imaginó tenía que ser la misión de su líder?
Un producto de su época
La Semana Santa conmemora la pasión y muerte de Jesucristo. Películas sobre este hito se han hecho muchas y en muchos tonos. La mayoría épicas, otras abiertamente catequísticas o panfletarias y alguna en tono de sátira como La vida de Brian (aunque en rigor, Brian no es J.C.).
Jesus Crist Super Star es la adaptación de una «ópera rock» escrita a principios de los ’70 por Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, primero como un disco conceptual que luego fue llevado a escena y que se sigue representando hasta nuestros días.
En su estreno en 1973, la película causó mucho impacto no sólo por ser un musical con estética hippie, si no porque el énfasis del relato está puesto en lo humano, centrando la acción y el tono en la flaqueza y, sobre todo, en la duda de los personajes. Para algunos esto fue considerado una herejía. A pesar de ello, estuvo entre las diez cintas más vistas ese año.
Hoy vamos a hablar de un clásico, una de las obras más inquietantes de Luis Buñuel, sabiendo que la mayoría de la obra de este aragonés es muy inquietante.
El argumento es “simple”: un grupo aristócratas, todos muy elegantes y compuestos, se reúnen a cenar en una mansión. Tras la cena, a la hora de irse, nadie lo hace. Al principio es algo sutil casi no lo notan, pero las horas pasan, se quedan a dormir allí y nadie se abandona el lugar. No sólo no abandona la casa, los más de quince invitados ni siquiera sale del salón en que se encuentran.
Pasan los días y no hay caso, no salen. A medida que el tiempo avanza, los refinados comportamientos que acompañan a la “alta sociedad” se van perdiendo a la vez que se despojan de sus rígidos vestuarios. La degradación física y moral se apodera de su interacción. Sin quererlo se convierten en supervivientes dentro del salón, en una especie de náufragos cuya isla es el reducido espacio dentro de la mansión.
Como si esto no fuera suficiente, desde fuera tampoco nadie entra. Llegan hasta la reja y de ahí no pasan.
¿Qué les impide salir?
Lo inquietante de la película y su gran acierto es que no hay una fuerza exterior que les impida moverse. No se trata de algún ente que les prohíbe moverse, no hay monstruo, no hay policía ni ejército ni una masa enfurecida amenazante. Todo está dentro.
«Chico conoce a chica en un idílico verano. Chica se reencuentra por sorpresa con chico en el High School. Chica se percata que estando él rodeado de sus amigos, es mucho más pelmazo que solos en la playa.»
Grease
Este amor es para siempre… aunque no nos veremos más.
Este pudo haber sido el «pitching» del creador de Grease a un posible productor. Con esta sencilla premisa se hizo un musical y después la película de 1978 con John Travolta y Olivia Newton John. A estas alturas, «un clásico» de los musicales y comedias adolescentes. Podemos no compartir su calidad como film, pero es innegable que ha cautivado a una generación que ha transmitido su fascinación a las siguientes.
He de reconocer que al volver a verla para este post me ha cautivado la mezcla de puerilidad, comedia gruesa, pegajosas canciones y coreografías.
Ambientada en un High School californiano en los años ’60, su principal atractivo, además de música y danza es “la química” de sus protagonistas. Una historia sencilla, con tramas y relaciones explícitas que nos ofrece la posibilidad de hablar sobre el modo en que establecemos algunas de nuestras interacciones.