Jesus Christ Super Star
Judas es un idealista, un luchador, un tipo comprometido con su tiempo y con su pueblo. Ha puesto todas sus esperanzas, todas sus expectativas, en su amigo y maestro, Jesús de Nazaret. Pero éste no ha cumplido. La pregunta es ¿Qué le prometió Jesús a Judas y qué fue lo que el discípulo imaginó tenía que ser la misión de su líder?
Un producto de su época
La Semana Santa conmemora la pasión y muerte de Jesucristo. Películas sobre este hito se han hecho muchas y en muchos tonos. La mayoría épicas, otras abiertamente catequísticas o panfletarias y alguna en tono de sátira como La vida de Brian (aunque en rigor, Brian no es J.C.).
Jesus Crist Super Star es la adaptación de una «ópera rock» escrita a principios de los ’70 por Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, primero como un disco conceptual que luego fue llevado a escena y que se sigue representando hasta nuestros días.
En su estreno en 1973, la película causó mucho impacto no sólo por ser un musical con estética hippie, si no porque el énfasis del relato está puesto en lo humano, centrando la acción y el tono en la flaqueza y, sobre todo, en la duda de los personajes. Para algunos esto fue considerado una herejía. A pesar de ello, estuvo entre las diez cintas más vistas ese año.
El meta lenguaje

Quizá el gran acierto en la dirección de Norman Jewison estuvo en proponer un relato autoconsciente. La película comienza con el autobús de las actrices y actores que viajan a montar la obra en medio del desierto (abierta queda la pregunta por qué se les ocurre ir hasta allí para hacer la obra en medio de la nada), son todos comediantes que van a representar. Tras la obertura, encarnan a sus personajes y los mantienen hasta el momento en que vuelven a subir al autobús. Y ahí se abre una pregunta final: La cruz se ve a contraluz, no sabemos si sigue colgado Jesús/actor, pero sí está claro que éste no sube al autobús ¿Dónde está?
Esta disociación entre «realidad y ficción», las constantes preguntas son parte de la esencia de la película. Los personajes se están interpelando permanentemente unos a otros y a sí mismos. Del mismo modo, la sensación final no es la exaltación de la resurrección sino la de algo fallido -una cruz en medio del desierto y unos pastores que siguen con su vida como si nada.
La historia
La pasión de Jesús está narrada como un drama personal a la vez que social. Nos muestra a una multitud que pasa de la esperanza liberadora a convertirse en un pueblo desilusionado ante la debilidad del que esperaba fuera su mesías, su líder hacia la salvación. Se cuenta también la trampa en que el protagonista se va viendo cada vez más atrapado y no puede salir.
En Jesus Christ Super Star todos dudan. María Magdalena (Yvonne Elliman) no entiende lo que siente y por qué lo siente. Ante una emoción nueva, la cuestiona. ¿Se siente enamorada? ¿Cómo puede ella enamorarse de ese hombre si ha conocido a tantos? ¿Qué lo hace diferente?
Simón el Zelote (Larry Marshall) quiere asegurarse su lugar en las glorias del reino. Pide que lo salve por sus méritos, pero a la vez duda de las capacidades del mesías y le da lecciones de cómo hacerlo para “obtener el poder y la gloria para siempre”.
Pedro (Paul Thomas), a la vez que María Magdalena, no entiende nada de lo que ha ocurrido y pregunta si se puede empezar otra vez (Could we start again?) a ver si esta vez sí.
Jesús (Ted Neeley) mismo duda, en la soledad del huerto de Getsemaní duda de su carácter divino, duda de su misión a la vez que la teme. Pide pasar el mal trago, no se siente preparado. Siendo fiel al relato evangélico, acepta lo que tiene que pasar, pero eso no nos da garantías que lo haya llegado a entender.
Judas
Pero el que más duda es Judas (Carl Anderson), con diferencia el personaje más interesante de la historia y, para mi gusto, el verdadero protagonista. Atormentado por sus contradicciones internas, sus celos personales y su fragilidad, pero a la vez con un profundo deseo de actuar correctamente. Parte de su tormento tiene que ver con su desilusión. Él manifiesta que puso toda la fe en Jesús, creyó en él para que los liberara, los salvara de verdad, que los sacara de su esclavitud política y ha visto en esos tres años juntos como todo se ha ido desvaneciendo, reprochándole la debilidad y llenarle la cabeza de pajaritos a sus seguidores (“Demasiado paraíso en sus mentes”).
Todo ha sido en vano. Su amigo se convierte en un inocente cordero y no en el luchador y líder que debiera ser. En la canción final («IEverytime I look at you I don’t understand») esencialmente le dice: no me juzgues mal, pero la has cagado por todos lados es: fallaste en el mensaje y, sobre todo, en tus estrategias: pudiste ser un súper star, lo tenías todo y lo dejaste escapar. ¿De qué sirvió tu sacrificio?
La desilusión
¿Algo más propio de la especie humana que la desilusión o decepción?
Si miramos con atención en nuestra historia personal,podremos contar una más o menos larga lista de personas que nos han decepcionado: amigos, amigas, la pareja, la ex pareja, un compañero de trabajo, el/la jefe/a, la comunidad de vecinos. Y no sólo individuos, también instituciones, empresas, marcas, equipos deportivos, artículos electrónicos; eventos -la fiesta a la que fuimos la noche anterior; creaciones: una película muy esperada, la secuela de la película que nos encanta, la adaptación al cine de nuestra novela preferida, el nuevo libro de tal autora… podemos seguir hasta el infinito.
Y, como no, nos han decepcionado los líderes políticos: En Chile, la Concertación de Partidos por la Democracia tras el triunfo del No; Felipe González tras 16 años de gobierno, Obama con su tibieza y no cerrar Guantánamo, Michelle Bachelet en su segundo mandato después de terminar con honores su primer gobierno; Zapatero tras hacer la reforma constitucional al artículo 145; Tshiripas en Grecia al claudicar ante “La Troika”… podemos seguir hasta el infinito.
(También tendría que nombrar a líderes de derecha que hayan desilusionado a sus seguidores pero el autor no se siente identificado con ellos por tanto no ha puesto expectativas en éstos. Y he aquí una de las claves de lo que viene).
La expectativa, la clave de la frustración

Básicamente, la fórmula es: Expectativas + Realidad = Decepción.
Así de sencillo, nos creamos una idea sobre lo que va a cambiar, lo que otros nos van a dar para luego ser contrastado con lo que realmente ocurre y, la mayoría de las veces, terminamos decepcionados.
¿Hay antídoto para la decepción?
Silvia Guarnieri y Miriam Ortiz de Zárate en su libro “No es lo mismo” plantean distinguir entre expectativa y compromiso.
Expectativa la definen como «la esperanza de realizar o conseguir algo, el anhelo de que se produzca un determinado resultado.” Pero, según las autoras, «la expectativa no está asociada a una acción para conseguirlo», depositando en el otro toda la responsabilidad de que ocurra lo que yo espero que pase y del modo en que yo quiero que ocurra. Muchas veces la expectativa ni siquiera se expresa.
Al frente colocan a los compromisos. Las personas que saben generar compromisos, expresan lo que necesitan claramente y de qué manera lo necesitan permitiendo al interlocutor declarar si están en condiciones de hacer lo que le piden y, de estarlo, comprometerse a llevarlo a cabo.
El compromiso implica una acción también de quién tiene la necesidad o deseo. Quién se ha implicado en un proyecto –político, comunitario, social, empresarial- y ha trabajado activamente en él, sabe de primera mano las dificultades que hay para poder llevarlo adelante, entiende los motivos por los que el resultado final no es igual al proyectado al inicio, es consciente de las concesiones que haya tenido que hacer durante el camino –aunque no esté de acuerdo con ellas-. Si el resultado final no es igual al proyectado puede que tenga igual cierta frustración, pero sabe cómo ha sido el proceso y lo convierte en un ejercicio de aprendizaje y realismo.

Un tercer camino está en dejar de esperar que los otros cumplan con nuestras expectativas. Los que están cerca nuestro probablemente no se han comprometido a ser perfectos como nosotros queremos que sean, por ello es más saludable poner nuestra energía no en tratar de que ellos cambien o se adapten a lo que esperamos de ellos sino a aceptarlos del modo que son y quererlos sin condiciones.
Sin temor ni expectativas
Para no terminar tan decepcionados como Judas es importante es fundamental mirarnos con atención para saber si vivimos en un mundo de expectativas, de situaciones ideales en nuestra mente, que además no hemos expresado o no hemos recibido compromiso de que vayan a ocurrir. Librarnos de expectativas nos permite aceptar con tranquilidad lo que viene, de modo que incluso nos puede sorprender. ¿Te ha ocurrido de ir casi a la fuerza a lo que se supone será un evento soso (fiesta, reunión, cita, entrevista) y al final pasarlo genial?
Mira con Atención
¿Te relacionas con otros desde las expectativas o desde los compromisos?
¿Con cuánta energía te comprometes a lograr los cambios que deseas que ocurran? ¿O esperan que los hagan otros por ti?
¿Cuáles son las áreas de la vida en las que te sueles decepcionar?
Jesus Christ Super Star (1973)
Guión: Melvyn Bragg, y Norman Jewison basado en la ópera rock de Tim Rice y Andrew Lloid Webber.
Dirección: Norman Jewison.
Intérpretes: Ted Neeley, Carl Anderson, Yvonne Elliman entre otros.